Cada vez que Diego estaba por cruzarse con Sonia se ponía tan nervioso, colorado y tieso, que lo único que deseaba en esos momentos era que se lo trague la tierra o hacerse completamente transparente. Un día, en los pasillos de la facultad, sucedió lo segundo.
Diego y todos los que ya habían terminado sus respectivos exámenes salían de las aulas cuando se encontraron con todos los estudiantes que iban a rendir los siguientes. Contorsionándose y forcejeando en medio de ese choque de masas, Diego de pronto se encontró delante de un estrecho espacio de unos cuantos metros que bien le podía servir de atajo, así que desvió sus pasos por ese espontáneo camino bordeado de paredes humanas. Un instante después lamentaría haber tomado esa ruta. Desde el otro extremo, Sonia, con su cabello lacio azabache recogido en forma de cola de caballo, con unos lentes de bordes negros que contrastaban con su piel blanca y realzaban sus ojos castaños, y un muy gastado lápiz amarillo entre la sien y la oreja derecha, venía directamente hacia a él. Al verla la inmediata reacción de Diego fue intentar frenarse pero la presión de la gente que venía detrás de él se lo impidió; ella seguía avanzando. Conforme la distancia entre ambos se iba acortando, Diego podía sentir la belleza de Sonia abrumándolo cada vez más, casi asfixiándolo. En su mente, múltiples imágenes se sucedían una tras otra más y más rápido, tanto que empezaron a superponerse entre ellas formando un ente confuso e indescifrable que a punto estuvo de condenarlo a la locura si no fuera porque, a un instante del colapso, e inexplicablemente, Diego pudo dominarlo y encontrarle sentido a todo ese sinsentido, reduciéndolo a un conjunto de letras en desorden que luego fueron palabras en desorden, hasta que alcanzaron su forma final: una frase. Sus labios casi ni se movieron pero lo hicieron, lo suficiente como para dejar salir las palabras “modo invisible, actívate”. Y se activó, ciertamente que sí; pero Diego se emocionó tanto que olvidó que ser invisible no significaba ser inmaterial. Así que Sonia, al percibir que de repente aparecía ese espacio libre en frente de ella, aceleró su avance de tal forma que fue inevitable que su cabeza y la de Diego terminaran golpeándose entre sí. Nada que noquera o derrumbara a ninguno de los dos, por suerte. Diego, sin saber qué hacer, sólo atinaría a salir corriendo por otro lado empujando sin escrúpulos a quien sea, tocándose la frente, feliz, sintiendo el pálpito de un chichón naciente.
Una veintena de metros después, en el estacionamiento, agitado pero más tranquilo, Diego no necesitó de otra epifanía para averiguar cómo desactivar su modo invisible; era bastante obvio (“modo invisible: desactívate”). Regresó a su casa y fue directamente a su habitación decidido a empezar a practicar con su nueva habilidad, pero al ver que su reflejo en el espejo seguía ahí, a pesar de muchos intentos, comprendió que sin la presencia perturbadora de Sonia no podría entrenar. Al parecer esto sólo sería posible si es que la seguía y forzaba algún cruce “casual” con ella.
Al día siguiente, Diego me ponía al tanto de los hechos mientras salíamos de la facultad. Cerca de nuestro destino, un restaurante chifa donde almorzaríamos, vimos a Sonia salir de ahí en una dirección que para nada se cruzaba con la nuestra. Fue tan repentino que antes si quiera poder decir algo al respecto, unos pasos después ya estábamos adentro del chifa buscando con la mirada dónde sentarnos. Súbitamente las personas dejaron de comer: muchos, más o menos la mitad, se quedaron boquiabiertos en sus mesas, mientras que los demás salían corriendo al baño cubriéndose la boca. Por su forma de mirarnos, y de no mirarnos, pensé que nosotros éramos el problema, pero cuando giré a ver a Diego, luego de escucharlo expresar su asombro con un “¡mierda!”, supe que el problema no era yo.
-¿Has activado tu modo invisible?- le pregunté con una sonrisa nerviosa e incómoda.
-No, para nada, ¿por qué?- me dijo con un tono sincero que reflejaba su ignorancia de que sí lo había hecho en realidad.
Aprendimos que cuando un inexperto como Diego ejerce la invisibilidad, ésta se puede manifestar de una forma realmente grotesca, mutilando visualmente partes enteras del cuerpo, desapareciendo porciones de piel, músculos, órganos, y fragmentos de hueso, incluso trazos de ropa, dándole la apariencia de ser la víctima de alguna especie de bacteria carnívora. Aprendimos también de que no es necesario pronunciar las palabras de activación, sino que, conciente o inconcientemente, basta con pensarlas; pero sospecho que una activación exitosa de esa forma ya es para alguien de nivel intermedio o avanzado.
El miedo de matar a Sonia de un infarto, o de provocarle vómitos o cualquier otro síntoma de repulsión, hizo que Diego desistiera de usar su don otra vez, por lo que no le quedó más que seguir sufriendo las incómodas consecuencias de los cruces con ella, ahora más incómodas que nunca por el especial cuidado que debía tener de las palabras que se le pudieran escapar o que pudiera pensar.
Wajajjaajaja. Es un don bueno. "la practica hace al maestro".
ResponderEliminarUn beso desde el fin del mundo.
Hola Ludobit!! Muy bueno, me encantó. La conclusión: No usar los dones irresponsablemente.
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre he dicho que hay que tener extremo cuidado con nuestros poderes :). Me haces recordar a Clark Kent en sus inicios, sin poder controlar sus poderes frente a Lana Lang ;).
ResponderEliminarRecuerdo que en ciertas épocas y con cierta persona...desarrollé el poder de la super rapidez..si lo veía venir por un lado..volaba por el otro.
Buenísimo relato.
Un abrazote.
Cuanta falta me ha hecho ese poder, suerte la de Diego, solo falta que lo perfeccione un poco nomas.
ResponderEliminarMe reí con ese comentario de Mimy... xD Pero bueno, Ludobit, cada vez te aventuras a hacer otras cosillas Maestro. Por ejemplo éste es el primer relato fantasioso que te leo (porque no me vengan a decir que en verdad una puede lograr su invisibilidad, no?)
ResponderEliminarY veo que estás usando bien tus poderes con la escritura. ;) Un abrazo.
Y sí; el uso de los poderes es un asunto de cuidado. Mucho más cuando se cumple al dedillo lo que uno pronuncia.
ResponderEliminarDentro de todo, es un acto de equilibrio astral, darte un don y también una complicación aparejada con eso,
Casi como un rey Midas verbal,
Espectacular entrada, un abrazo Ludobit.
"Un gran poder implica una gran responsabilidad"
ResponderEliminarFrase por demás manoseada... pero verdad.
hola bellarte. gracias por esa risa / carcajada :)
ResponderEliminarbesos desde lima
Muy buenos cuentos! Un gusto conocer tu blog. Gracias por visitar el mío. Un abrazo. Renzo.
ResponderEliminarhola gabriela. claro, hay que usar nuestros dones por el bien del projimo. un abrazo :)
ResponderEliminarhola mimy. todos tenemos algun don que nos libra de momentos rochosos jeje. un abrazote para ti tambien :)
ResponderEliminarhola cafeinomana. a mi tambien me hubiera ayudado y mucho esa habilidad. gracias por comentar. un abrazo :)
ResponderEliminarhola paty. pues te dire que intente varias veces hacerme invisible... lamentablemente no pude :( jaja. muchas gracias por tus palabras. besos
ResponderEliminarhola juan. por eso el principal de los dones pienso que es la sabiduria. gracias por tu comentario. un fuerte abrazo
ResponderEliminarhola okiperu. el tio ben tiene toda la razon definitivamente. un abrazo
ResponderEliminarhola renzo. gracias por pasar por aqui y comentar. un abrazo tambien.
ResponderEliminarHola Ludobit. Paso rapidito sólo para enviarte los saludos de Aldo que se ha puesto mal (un dolor encima del corazón) y estará ausente por unos días. Mientras tanto te mando sus saludos por encargo de él.
ResponderEliminarEstuvo interesante el cuento, pero eso de la "invisibilidad selectiva" me dio una imagen mental bastante perturbadora... Saludos y que te vaya bien.
ResponderEliminarhola paty. gracias por avisarme. enviale mis saludos a aldo y mis deseos que se recupere pronto.
ResponderEliminarhola victor. sorry por la imagen perturbadora, pero hasta cierto punto esa era mi intencion jeje. un abrazo
ResponderEliminarEste cuento me hizo recordar a un corto animé japonés que vi hace algunos años por Animax. Trataba sobre un joven de 20 años que por algún motivo (no recuerdo cuál) excretaba por sus poros un humo verde radiactivo mortal para los seres vivos. No era un poder como en el caso de Diego, es más, era involuntario desprender ese humo, pero no sé, se me vino a la mente simplemente.
ResponderEliminarGenial escrito, como siempre.
Saludos.
hola edch. mmm no me acuerdo de ese anime, y eso que yo tambien veia animax (cuando daban anime y le hacian honor a su nombre, no como ahora). gracias por pasar y comentar. saludos
ResponderEliminarHola, preciosas letras van desnudando la pura e integral belleza de este blog, si te va la palabra elegida, la poesía,te invito al mio,será un placer,es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen día, besos truhanes...
¡Yo también quiero tener superpoderes!. Uff, que fácil sería todo si pudiera desaparecerme. Voy a intentarlo.
ResponderEliminarMaravilloso cuento, me la he pasado muy bien. No puedo decir más.
Un abrazo ludobit.
Buena! A ver si un día de estos Diego perfecciona la activación de la invisibilidad para enseñarnosla sin necesidad de tener a Sonia al costado.
ResponderEliminarUn saludo para Diego y para ti. Recomendaré tu blog :), y si me vuelves a visitar tus amigos o tú no me molestaré ^^!
http://cuentosbajolagarua.blogspot.com
David J. Díaz.
hola don vito. gracias por tu comentario. pasare por tu blog. saludos
ResponderEliminarhola rafael. suerte con tus intentos, ojala no te vaya a pasar lo del protagonista jeje. saludos :)
ResponderEliminarhola david. gracias por la visita. tu blog me ha gustado asi que lo seguire :)
ResponderEliminarun abrazo
Es la primera vez que escribes un cuento con tanta fantasía, me gusto mucho. Sería bueno ese poder no? Aunque creo que preferiría el poder de multiplicarme, así podría realizar muchas actividades sin necesidad de mucho esfuerzo.
ResponderEliminarUn abrazo hermano y gracias por los saludos.
hola aldo! q bueno tenerte de vuelta por estos lares. a mi tambien me gustaria tener dobles que se encarguen de lo pesado y yo solo haria lo placentero jeje. saludos :)
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