miércoles, 27 de junio de 2012

Todo esperma es sagrado



Un poco acerca de mí... estas son mis 3 películas favoritas:

1. A Clockwork Orange (La Naranja Mecánica)
Trailer

2. Monty Python's The Meaning of Life (de Monty Python: El Sentido de la Vida)
"Todo esperma es sagrado"

3. Annie Hall
"Cielos, si la vida pudiera ser siempre así..."

Y de yapa: Scarface (Caracortada)
Trailer

***


martes, 19 de junio de 2012

Por el día del padre

Por el día del padre hablaré sobre una de las razones por la que odio al mío.
Mi padre fue un ferviente simpatizante comunista. Prueba de ello eran los libros “rojos” que dejó en la biblioteca de la casa luego de que voluntariamente se mandara a mudar. No llegaban ni a diez: había un par de libros de ensayos, otros biográficos (como uno del Che Guevara) y también novelas; entre estas últimas, “La madre” del escritor ruso Máximo Gorki. En la actualidad mi padre es un desilusionado de la doctrina de Marx. Cuándo y por qué se desilusionó no lo sé con certeza; tuvo que haber ocurrido después de mi nacimiento porque de haber sido antes, estoy seguro, no me hubiera arruinado la vida bautizándome con el nombre de “Gorki”. 
Así que ese es mi primer nombre, lo digo y acepto con dolor. Empecé a sufrirlo desde niño por culpa de Porky, el chancho ese de Looney Tunes, porque es obvio que ambas palabras riman y porque “El show de Porky” estaba de moda entre los chibolos, y los de mi barrio constantemente me cantaban el estribillo de su canción: “Porky, Porky, nuestro rey, favorito y sin igual”. Eventualmente el chiste perdió gracia pero cuando creí que mi nombre no provocaría más burlas entonces se estrenó en la televisión peruana la serie “La vida continúa”[“Life goes on”], donde uno de sus protagonistas era un adolescente con síndrome de Down llamado “Corky”. Los jodidos que nunca faltan empezaron a hablarme imitando a un retrasado mental y me apodaron “Obladí” porque la canción que sonaba al inicio de ese programa era “O-bla-dí, o-bla-dá” de The Beatles. Y como si con todo eso no bastara, estaban también las clases de literatura en las que nos tocaba estudiar a escritores rusos, entre ellos al autor de “La madre”, cuya mención de su nombre hacía que de inmediato mis compañeros voltearan a verme entre risas. Un recordatorio del origen de mi pesar.
Por cierto, aún hasta el día de hoy no he leído esa novela.
Los que no me jodían y más bien trataban de consolarme, lo hacían diciéndome que debía sentirme orgulloso por la originalidad de mi nombre, que para nada era común o corriente. Esa forma de pensar me era útil pero todo se desmoronaba otra vez cuando al decir mi nombre la otra persona no lo entendía y se lo tenía que repetir o, peor aún, deletrear. Creo que lo más vergonzoso que me pasó al respecto fue la vez que un compañero de colegio me presentó a una amiga suya:
-Él es Gorki- le dijo, y ella dándole un pequeño golpe lo reprendió:
-Oye, no seas malo, no le digas así.
-Pero ese es su verdadero nombre- le dijo él mirándome a la espera que yo lo confirmara.
-Así es, así me llamo- dije sintiendo toda la sangre de mi cuerpo acumulándose en mi cara.
Fue un momento incomodo para esa chica y para mí; en cambio, por la sonrisa de ese conchesumadre, era obvio que disfrutaba lo que estaba pasando.
Entonces a la mitad de la secundaria casi me doy de golpes en la pared al darme cuenta de lo más obvio: ¿por qué carajos no utilizaba mi segundo nombre? O sea “Josué”, el que escogió mi madre. Supongo que la razón era porque no lo sentía parte de mí. Absolutamente nadie me llamaba de esa forma, tanto que me costó acostumbrarme a él. Al comienzo, luego que decidí usarlo, al momento de presentarme siempre decía algo como “me llamo Gor… Josué”, o cuando me pasaban la voz con mi “nuevo” nombre yo no respondía porque creía que llamaban a otra persona.
Ahora para muchos "Josué" es mi único nombre, y hasta que no tenga una buena razón para desmentirlo (como el quedarse sin ideas para un nuevo post) no pienso hacerlo.
Sólo una vez agradecí llamarme “Gorki”. Saliendo de un hotel, al momento que el recepcionista me devolvía mi DNI, la chica que me acompañaba me lo pidió según ella para ver cómo había salido en la foto de ese documento. Dudé pero no por mi foto sino porque a ella le había mentido sobre mis nombres y apellidos. Finalmente se lo di, ella lo vio y obviamente se sorprendió, pero antes de que me dijera cualquier cosa yo ya estaba diciéndole la excusa que se me acababa de ocurrir, que no le había dicho mis verdaderos datos porque me avergonzaba mi nombre, y le conté los traumas que me había causado. Exageré, claro, pero afortunadamente ella se lo creyó y me perdonó la mentira.
***
El show de Porky, intro
La vida continua, intro

jueves, 14 de junio de 2012

Esa noche íbamos a ver el episodio 3 de Star Wars

Tony era como cualquier otro alumno universitario pero con sólo verlo y escucharlo decir unas palabras uno se daba cuenta que la inocencia que transmitía no era normal. Se presentaba siempre con un robótico “ho-la-soy-To-ny” para luego mirarte perplejo, a través de sus lentes de lunas gruesas, a la espera que le dijeras tu nombre, el que olvidaba rápidamente si no llegabas a ser uno de sus amigos. Los que por supuesto tenía, y muchos, en su mayoría mujeres, incluso a veces daba la sensación de que se conocía a todas las chicas de la facultad porque a todas saludaba por su nombre a lo que ellas respondían con un especial cariño. Aunque no siempre, y es que Tony al parecer era tan inocente que ni se daba cuenta de cuando tenía una erección y feliz seguía su camino por los pasillos sin molestarse en ocultar el bulto de su entrepierna, y abrazando a sus amigas incómodas. Nosotros, los envidiosos de que tuviera tantas amigas, entre ellas la alta, esbelta, tetona y sobrada de Marta, estábamos seguros que Robotito (así le decíamos por su forma de hablar) no era más que un pendejo que se hacía el cojudo para caerle bien a las chicas. Seguro es tan pajero como nosotros, nos decíamos y hubo quienes lo quisieron demostrar, o al menos saber cuál sería su reacción al ver una porno. Y el experimento sucedió un día en el laboratorio de cómputo cuando con engaños  lograron sentar a Tony frente a una pc y hacer que le diera doble click a un archivo de video. Todos los que estábamos ahí en otras computadoras dejamos de hacer lo que estábamos haciendo y prestamos atención a lo que sucedía. Pobre Tony, qué habrá pensado al ver esas imágenes porque en menos de un minuto salió corriendo del laboratorio diciendo “no no no…”.
Cynthia, una compañera de la facultad, resultó ser su amiga también, lo que no sabía hasta que una vez conversando a solas con ella se apareció Tony de la nada y la saludó con familiaridad. A mí en cambio me desconoció completamente y me soltó su típico “ho-la-soy-To-ny” y a punto estuve de decirle otra vez, como otras tantas, “hola, soy Josué”, pero le quise demostrar a Cynthia lo “ingenioso” que yo podía ser y entonces, acordándome que esa noche con mis amigos íbamos a ver el episodio 3 de Star Wars en el cine, dije “hola, soy Anakin Skywalker”. “Mu-cho-gus-to-A-na-kin”, me dijo Tony mientras nos estrechábamos las manos y yo sonreía. Al ver a Cynthia supe por su mirada que mi broma no le había gustado nadita; tomó a Tony del brazo y se lo llevó a otra parte sin despedirse mi, en cambio él sí lo hizo: “chau-A-na-kin”.
Fui un imbécil, lo sé.
Tony acabaría la carrera sin mayores inconvenientes, como cualquier otro alumno universitario.
***

jueves, 7 de junio de 2012

La foto salió movida (de Julio Cortázar)



Días complicados. Mientras hallo tiempo y energías para volver a escribir, les dejo esta historia de cronopios y de famas de Julio Cortázar:


La foto salió movida
Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.
***

Saludos cordiales.

 
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