“¿Quién soy yo en los ojos de lo demás? Un don-nadie, un fantasma, una presencia desagradable. Alguien que no tiene ni tendrá ningún lugar en la sociedad. En otras palabras, lo más bajo de lo bajo. Bueno, entonces, aunque esa sea la absoluta verdad, algún día quiero mostrar por mi trabajo lo que este don-nadie, este fantasma, tiene en su corazón.”
(De Vincent van Gogh a su hermano Theo)
Solo dos cosas sabía de "Loving Vincent" antes de empezar a verla. La primera era que había sido nominada a mejor película animada en los Oscars del 2018. La segunda, que no era un película animada convencional. ¿A qué me refiero con convencional? Pues a trazos 2d hechos a mano, polígonos 3d hechos en computadora, hasta "stop motion" (como en las películas de “Wallace And Gromit”). "Loving Vincent" se acerca más al primer tipo solo que cada cuadro de animación es literalmente un cuadro de los que uno podría colgar en alguna pared de su casa, es decir que están pintados por un artista sobre un lienzo utilizando las herramientas y técnicas propias de un estilo determinado. Y en este caso el estilo es el de Vincent van Gogh.
Por ello, por el título y por el estilo, lo adicional que sabía, no de antemano pero sí por simple deducción, era que esta película trataba sobre el pintor holandés.
Así que es biográfica, aunque no del tipo que abarca desde el nacimiento hasta la muerte del individuo, sino del que se enfoca en una época de su vida. En este caso los meses previos a su suicidio, solo que cuando empieza la película Van Gogh ya lleva fallecido un año. Y Theo van Gogh seis meses. Menciono a su hermano porque la premisa de la historia es que un cartero entrado en años, llamado Joseph Roulin, quien fuera amigo de Vincent, ha encontrado una carta de éste no enviada a Theo (con quien intercambiaba correspondencia prácticamente a diario) y le pide a su joven hijo, Armand Roulin, que haga todo lo posible (como cumpliéndole al fallecido pintor un último e implícito deseo) para que la carta llegue a las manos del hermano, a quien creen vivo pero cuya dirección actual desconocen. Averiguar esa dirección, que eventualmente sería lo mismo que averiguar la de la viuda de Theo van Gogh, llevará al hijo de cartero al sur de Francia, a una pequeña villa donde Vincent pasó sus últimas semanas. Ahí Armand conversará con varios residentes cuyos recuerdos sobre Vincent son representados a través de flashbacks.
Entonce son los flashback el principal recurso narrativo pero lo interesante, e inesperado, es que no sólo se usan para contar pasajes de la vida de Vincent, se usan además como piezas de un rompecabezas a resolver: el fallecimiento del pintor. La recolección de recuerdos harán que Armand empiece a dudar si lo de Vincent fue en verdad un suicidio (como aseguraron las noticias en su momento) al notar contradicciones en lo que cada uno de sus entrevistados le cuenta. ¿Mienten o sus recuerdos distorsionan la realidad? Para averiguarlo, para saber en quién puede confiar y en quien no, Armand prácticamente las hará de detective en esa villa, dándole a la película un inesperado toque de misterio.
En fin que la historia (triste, misteriosa, reflexiva) tiene mucho que ofrecer, así que afortunadamente la película no peca de ser “más estilo que sustancia”, pecado típico de las producciones que tienen un aspecto visual impactante. Igual no se puede negar que sí existe la tentación de olvidarse de la historia por unos instantes, hacer pausa, y apreciar con más detenimiento una que otra toma cinematográfica en ese breve intervalo de tiempo. Pero este efecto secundario es mínimo porque no sucede que el aspecto visual y narrativo estén aislados el uno del otro (lo que llevaría a una apreciación separada) sino todo lo contrario: en "Loving Vincent" el arte de Van Gogh "nutre" a la historia y está tan presente en ella que mucho de lo que se ve y que se oye, personajes, situaciones, escenas, son inspiraciones directas de muchas de sus pinturas.
Esta película es un bello y melancólico homenaje de 90 minutos a uno de los pioneros del arte moderno y no hay que ser un experto en pintura ni en cine para apreciarlo y disfrutarlo.
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