Clara
gime complacida al otro lado de la línea telefónica. Sus gemidos son verdaderos;
Diego sabe que si a Clara no le estuvieran excitando sus palabras ya se lo
habría dicho. Porque la de ellos es una relación sincera. Ella sabe que Diego está
leyendo y que esas palabras no son suyas sino extractos de poemas; es lo que
habían acordado la semana anterior luego de ese primer fallido intento de sexo
telefónico. Y es que a Clara no se le podían chupar las tetas, y se lo hizo saber cuando él le habló de esa
forma.
-¡No!-
reprendió a Diego, interrumpiéndolo -tienes que ser poético- le exigió.
Diego
empezó a balbucear y a decir incoherencias, y luego de unos minutos Clara perdería
tanto la paciencia como el deseo. Comprendió que esa noche no pasaría nada,
pero en vez de seguir reprendiendo a su enamorado decidió ser compasiva con él:
le aconsejó investigar sobre poesía erótica y le hizo prometer que haría todo
lo necesario para estar bien preparado para su próxima cita telefónica semanal.
-¿Entonces
la próxima semana a la misma hora y por el mismo canal?- bromeó Diego nervioso
al momento de despedirse, pero ella no entendió la broma y tan solo le dijo “chau”.
Clara
nunca entiende las bromas ni los chistes de Diego; y no sólo no se entienden en
ese aspecto. Se trata de un caso de atracción de polos opuestos, donde lo más
opuesto que existe entre ellos son sus personalidades: mientras que ella esa
una mujer de 25 años de temperamento fuerte, Diego es un pusilánime muchacho de
21 años. Llevan juntos más de doce meses, aunque ella hace tres se trasladó a Bogotá
donde vive en un pequeño departamento mientras cursa una maestría en
arquitectura. Él sigue en Lima estudiando ingeniería de sistemas y va por la
mitad de la carrera.
Cuando
Clara le dijo “chau”, Diego ya estaba en la calle. La conversación había
empezado con él en su habitación, pero cuando ella le propuso coquetamente hacer
algo más que conversar esa noche, Diego se puso alerta; intuyó bien las intenciones
de Clara pero se hizo un poco el desentendido ganando tiempo mientras salía
presuroso de su casa; para el tipo de conversación que tenía en mente confiaba
más en la privacidad de calles desiertas que en las cuatro delgadas paredes de
su habitación. Le habría pedido a Clara que le volviera a llamar en cinco
minutos pero temió que, sabiendo que a ella no le gustaba esperar, esa cantidad
de tiempo fuera suficiente como para que ella se desanimara. Inevitablemente la
voz de Diego empezó a sonar nerviosa, y Clara lo percibió, al igual que ciertos
sonidos inesperados como el de una puerta que se abre y se cierra. Clara le
preguntó qué pasaba. Diego no le mintió y se lo explicó, nuevamente tranquilo ahora
que empezaba a alejarse de su casa. Le explicó además, despreocupándola, que la
zona era segura, que era normal incluso ver a esas horas a unas cuantas
personas paseando a sus perros como a otras trotando. Ahora la preocupación de
Clara era otra: ¿era justo?, es decir, ella, estaba con las luces apagadas, en
pijama y cómodamente echada en su cama (así le gusta conversar con Diego), o
sea que nada la cohibiría de estimular su cuerpo; en cambio Diego, en la calle,
si se excitaba no le iba a quedar más que aguantarse las ganas, a menos de que
se escondiera detrás de algún arbusto. Diego estaba dispuesto a aguantar lo que
sea, se lo dijo; quería experimentar ese tipo de conversación con ella y,
principalmente, quería complacerla. Esto último enterneció a Clara pero no
sabía (y Diego tampoco) que más que un gesto romántico era una señal de
inseguridad, un intento más de Diego por buscar la aprobación de alguien.
Frustrado,
Diego no iba a esperar hasta el día siguiente: esa misma noche escribió en
Google “poesía erótica” y empezó su investigación. Poco a poco con el pasar de
los días iría recolectando versos y metáforas; leería crítica literaria sobre el tema así como artículos interpretando tal o cual poema; sacaría conclusiones
como que no era necesario escribir un poema para sonar poético, podría sonar así también describiendo en prosa
lo que le haría a Clara; y decidió hacer eso. Pronto descubriría que, a pesar
de los conocimientos adquiridos, no podría escribir poéticamente de frente.
Tendría que escribir primero en “obsceno” y luego pasarlo a “poético”. Borró lo
poco que tenía escrito y empezó de nuevo pero esta vez de la forma en que
realmente le gustaría hablarle a Clara: con puras obscenidades; tan crudas,
impúdicas y pervertidas que harían sonrojar al más reputado pornógrafo. Luego
de llenar una hoja entera de Word (fuente Times New Roman, tamaño 12,
interlineado 1, sin espacio después de los párrafos) y de tomar un breve
descanso para recuperar fuerzas, fumar un cigarrillo y hacer algo de limpieza (había
disfrutado tanto escribir aquello que terminó tecleando con una sola mano) empezó
con el proceso de traducción. Vio la página llena y deseó en broma que
existiría un programa que lo hiciera automáticamente, y casi grita “¡Eureka!”:
él, estudiante de ingeniería de sistemas, podía programar algo así. 24 horas
después, luego de haber dormido muy poco, de haber faltado a clases, de haber
elaborado cientos de algoritmos, de haber procesado toda la información reunida
de su investigación, tenía el programa listo, y funcionaba bien. Sólo le faltaba
darle un nombre a su traductor, y recordando la expresión que había originado
toda esta aventura lo bautizó simplemente como “TETAS”. Pero aún Diego no se
sentía listo para la cita, porque durante el frenesí de la programación se
había dado cuenta que aquel texto (ya traducido en “poético”) de situaciones
fijas no daba lugar a variantes, pero ya tenía calculada una solución: desglosó
el texto separando cada frase, que bien podían considerarse versos, y luego en
Photoshop encerraría cada una de ellas en globos y empezaría a
intercomunicarlas con flechas, agregaría más símbolos, diagramas, también una
leyenda, y así terminaría elaborando un sofisticado mapa conceptual con el que
podría improvisar, saltar entre frases, combinar y plantear nuevas hipotéticas
situaciones. Fueron necesarias dos hojas para imprimir todo aquello. Faltando
menos de seis horas para la llamada de Clara, Diego ya tenía hecha la tarea.
Y
la hizo bien, los gemidos de Clara son la prueba. Pero ni con esos gemidos
Diego puede excitarse, y se lo impide lo poético del asunto, el cuidado que
debe tener aun con la tranquilidad del vecindario, la incomodidad de andar
leyendo y hablando por teléfono al mismo tiempo, y principalmente por el
cansancio: Diego está muy cansado, física y mentalmente, y le gustaría que Clara
tuviera de una vez por todas un orgasmo para despedirse de ella e irse a dormir
con la tranquilidad de haber cumplido su misión. Por eso Diego se alegra cuando
cree que Clara está a punto de dar ese gemido definitivo, pero entonces ella lo
sorprende hablando, diciéndole cosas, y en minutos el rostro de Diego dibuja un
gran signo de interrogación. No entiende lo que Clara le está diciendo: ella
dice cosas como amalar el noema y agolpar el clémiso, menciona que se está tordulando los hurgalios, exclama ¡Evohé! ¡Evohé!… y es que Diego no sabe que
su karma lo está castigando por los libros piratas que ha comprado y leído en
su vida, en especial "Rayuela" de Julio Cortázar: una copia tan pirata y tan mal
hecha que le faltaba el “Tablero de dirección”, que indica el orden en que se
deben leer los capítulos de la novela a partir de la segunda parte; extraviado
en la lectura la abandonó antes de llegar al capítulo 68, así que Diego nunca se
enteró que Cortázar inventó su propio lenguaje para describir la escena de amor
de ese capítulo. Escena de amor que Clara intenta recrear en estos momentos
usando el mismo lenguaje. Diego piensa en
su traductor, pero rápidamente descarta esa idea porque TETAS sólo traduce de “obsceno”
a “poético”, y no al revés.
Entonces Clara le pregunta a Diego si le gusta lo
que está escuchando, a lo que él le responde simplemente que no.
-¿Por
qué?- pregunta Clara, incómodamente sorprendida.
-Porque
no entiendo- le responde Diego, inocentemente -¿es español?, ¿qué significan
esas palabras?
Clara
se enoja. Le dice que no se trata de darles un significado estrictamente semántico
sino sensorial, que se trata de atribuirles imágenes en vez de definiciones; o
sea, se trata de ser poético. Pero comprende ella que es mucho pedirle eso a
Diego, y lo recrimina por su falta de sensibilidad, acusándolo de que
seguramente lo que él espera escuchar de ella son cosas como “te agarro la pinga”.
Inmediatamente Diego tiene una erección, y ella continua enumerándole las obscenidades que jamás le diría (pero que al fin y al cabo se las está diciendo) mientras
Diego mira a todos lados; sabe que Clara estará así por un par de minutos a lo
mucho. "¿Cómo?" le pregunta de tanto en tanto como si no escuchara bien para que
ella repita algunas cosas, y ella lo hace sin darse cuenta.
Furiosa, Clara
cuelga, mientras en una oscura esquina cerca a un poste sin luz, debajo de unos frondosos árboles y escondido
detrás de un arbusto, Diego sonríe satisfecho fumando un cigarrillo.
Capítulo 68 de Rayuela, leído por el mismo Cortázar
Yo también estoy escribiendo el comentario con una mano.! Ji ji. Un beso húmedo.
ResponderEliminarExcepcional Ludobit, entrada a entrada vas conformando un estilo propio y definido, donde no se le teme al humor que no hace otra cosa que engrandecer aún más estos textos maravillosos.
ResponderEliminarHas encontrado la sutileza en un sitio muy tuyo, se nota que sos un observador agudo de la realidad; mostras a tus personajes con la soltura y misericordia que sólo puede tener alguien que mira la vida a los ojos,
Sinceramente me siento muy emocionado, quizás muchos creen que uno se emociona con estéticas parecidas a la propia. En mi caso no es así, me emociona cualquier creación que siento genuina, propia, sublimada, tiernamente cuidada, con profundo amor hacia esos personajes.
Brindo, con mate cocido, por ese dulce desencuentro entre Clara y Diego; la química puede ser una molesta prisión, por más que redunda las distancias son infranqueables mientras los involucrados no acepten el tenor de su unión y disfruten de ello sin buscar coincidencias que no hay.
Un gran abrazo.
¡Bravo! Tu escrito ha tenido un ritmo tan natural que ha provocado en mí una alegría al final del mismo. Cada palabra ha calzado perfecta.
ResponderEliminarSaludos.
Un relato sin desperdicio. Ha sido un placer disfrutarlo... ¿a una sola mano?
ResponderEliminarUn abrazo.
WOWWWW! Un viaje CON ROCHE EH!
ResponderEliminarMe encantó!!!! Como siempre!
Un beso grandote...
Los softwares más interesantes tienen los orígenes más inciertos ;). Y este TETAS quedó en beta??
ResponderEliminarMuy buen relato, lo leí de un tirón, muy fluido en todos los sentidos.
Para recrear el capítulo 68 como debe ser se necesitaría un diccionario o un interprete presente...y eso sería otro asunto :P.
Un abrazo grande.
Sexo por teléfono? Mmm me estás dando ideas....para algún próximo cuento ^^
ResponderEliminarLo mejor del relato: El software TETAS, "obscenidades que jamás le diría (pero que al fin y al cabo se las está diciendo) ", y el juego entre "lo obsceno y lo poético".
Rayuela! No lo he leído, pero eres la segunda persona (interesante) que me lo menciona. Debe tener algo de bueno.
Vaya que Cortazar mas que provocarme un orgasmo me provoca sueño. A mi parecer una conversación erótica por teléfono las coass se dicen a pelo, nada de andar con poética!
ResponderEliminarNada como ser directo, escueto y muy grosero en estos casos. La lírica está de más.
ResponderEliminarhola bellarte. necesitas ayuda? ;)
ResponderEliminarhola juan. tus palabras me motivan a seguir leyendo, escribiendo y viviendo (en el sentido de seguir acumulando experiencias). ademas que me dan ganas de probar un mate como el que toman en Argentina. infinitas gracias y un afectuoso abrazo
ResponderEliminarhola edch. gracias por ese ¡bravo! :)
ResponderEliminarsaludos
hola moderato. mientras una mano no sepa lo que hace la otra no hay problema jeje. saludos
ResponderEliminarhola marite. otro besote para ti y gracias por la visita y comentario :)
ResponderEliminarhola mimy. yo creo que se quedo en alpha. tal vez uno de estos dias el traductor de google incluya esos tipos de lenguajes :)
ResponderEliminarun beso
hola paty. tiempo que estabas desaparecida, dejame adivinar: examenes finales? trabajos finales?... rayuela: obra maestra en mi humilde opinion. ojala vuelvas a postear pronto en tu blog :)
ResponderEliminarun beso
hola cafeinomana. completamente de acuerdo contigo. gracias por la visita. un beso
ResponderEliminarhola oscar. igual q con cafeinomana, estoy de acuerdo contigo :)
ResponderEliminarsaludos
Jajaja, esto me recordó a tiempos donde uno recien empieza en estas cosas de lo erótico. Cuando era más chica vivía buscando en internet (y ahora tambien por qué no) de que manera puedo innovar con mi pareja. Las cosas crudas por amor a Dios. El sexo en prosa dejémoslo para otro momento :P
ResponderEliminarSaludos Lud, me gustó mucho la entrada.
hola barby. todo vale para mantener viva la chispa de la pasion (aunque suene medio cursi eso jeje). besos barby, gracias por la visita
ResponderEliminarEste año, fue la primera vez que descubrí el "poder" del sexo telefónico y la verdad es que te calienta pero si algo te interrumpe, quedas peor jeje
ResponderEliminarEn fin, mi chica y yo decidimos por esperar su llegada sin impacientarnos.
El relato ha estado muy bueno, como siempre. Te mando un abrazo amigo Josué!
hola ruben. por suerte existe messenger, webcam y skype como alternativas :) un abrazo igualmente
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