¿Conoces
a Yola? Yola Polastry: es una animadora infantil y fue la número uno de la
televisión peruana en los setentas y ochentas. Te lo digo porque desde que se
retiró de la televisión (aunque increíblemente sigue haciendo shows a pesar de
tener como “cien” años) no falta quien le pregunte de tiempo en tiempo qué
opina de las nuevas animadoras infantiles que van apareciendo. Y siempre
responde que no le gustan, entre otras cosas, porque según ella muestran mucha
piel y eso no es adecuado para los niños. Y lo dice por los shorts chiquitos y
trajes muy pegados al cuerpo que usan ahora.
Por eso hay quienes dicen que en las fiestas infantiles actuales, donde
se contratan shows, no sólo gozan los niños por los bailes y juegos, sino
también los papás “ganándose” con las animadoras y bailarinas. Como igual
podrían “ganarse” con ellas cualquier adolescente “jeropa”. Es lo que pasó en
mi colegio un día que fueron una animadora y sus bailarinas a hacer un show
para los chibolos de la primaria. No sé qué descoordinación hubo pero el asunto
es que cuando ellas llegaron ya toda la primaria se había ido y sólo quedábamos
nosotros, los de secundaria. Y bueno, estando ya ellas y todo su equipo ahí
decidieron hacer el show de todas maneras, creyendo, supongo, que algo de
inocencia infantil debería de quedarnos o que por ser un colegio religioso éramos
uno santos… falso y recontra falso, porque apenas empezó la música y ellas a
bailar nosotros empezamos con los silbidos; ya sabes, el típico silbido que se
le hace a una mujer guapa. Porque eran muy guapas todas, en especial la
animadora que tendría unos 20 años y que le quedaban muuuy bien el short
chiquito, las botas, y el polo ceñido que estaba usando. Imagínate pues a las
pobres (que entre ella y las bailarinas eran como 5 en total) en medio de un
patio rodeadas por 500 adolescentes arrechos. Ahora, tampoco es que fuéramos unos
violadores, sólo queríamos joder un rato (no en el sentido sexual) y reírnos. Y
ellas lo comprendieron; dejaron los nervios de lado y empezaron a reírse también
con nuestras ocurrencias, como cuando un chico les gritó “¡mucha ropa!” o
cuando se le cayó algo a la animadora y ella se volteó y se agachó a recogerlo sin
doblar las piernas y todos nosotros: “!aaaazzzzuuu¡” mientras le veíamos el culo.
Sospecho que la animadora aprendió en ese momento y para siempre que hay que
agacharse doblando las piernas, por el bien de su espalda y para que no le vean
el culo así, como pollito tomando agua. Pero en fin… qué, ¿y los profesores?
Claro que estaban ahí, poniendo orden supuestamente, al menos las profesoras sí
lo hacían porque se notaba que nada les gustaba nuestro comportamiento (y
sospecho que, como Yola, tampoco el vestuario de la animadora y sus bailarinas),
en cambio sus colegas varones estaban que se vacilaban también. Al igual que el
padre Gregorio (el cura director) sorprendentemente, pero él sí que se pasó de
hijo de puta cuando Ramírez salió para un juego. Y es que cuántas canas verdes le
habrá sacado Ramírez que era un alumno de lo más problemático, y al fin el cura
pudo vengarse de él de una forma más efectiva que un simple castigo. Verás,
Ramírez era alto y negro y parecía de 18 pero en verdad tenía 16. La animadora
le preguntó su edad y es lo que él dijo: “16”, pero entonces escuchamos desde
otros parlantes: “Dile en qué años estás”. Volteamos y era el padre Gregorio
cerca a su oficina y con su propio micrófono hablando. Y lo repitió de nuevo y
riéndose: “Dile en qué años estás”, y nosotros también nos reímos porque
sabíamos que Ramírez no estaba en quinto año como se suponía. Entonces la
animadora se lo preguntó: “¿en qué años estás?”. “En segundo año” respondió Ramírez
recontra avergonzado mientras todo el resto nos cagábamos de la risa, incluso
el cura quien al menos había apagado su micrófono. Pobre zambo, hasta la
animadora se quiso reír. No te digo que ella y sus bailarinas la pasaron bien
al final. Tienes que comprender que, salvando las distancias, un colegio
religioso de varones es como una prisión de hombres, en donde así nomás no se
ven mujeres bellas o si quiera jóvenes: las profesoras, por ejemplo, eran
cincuentonas todas, y, a ver, quién más había… ah, claro, la que trabajaba en administración,
la señorita Carola: nuestro mayor objeto de deseo. Lo que es curioso porque no
era tan joven ni tan atractiva como la animadora, pero sí la mujer más joven y
atractiva del colegio. Tenía unos 30 años y de cuerpo pues… digamos que para lo
aguantados que estábamos… tú me entiendes. El asunto es que si normalmente se
nos paraba con sólo verla haciendo su trabajo o pasando por ahí, ni te imaginas
la gran “parada militar” que fue el día que salió a cantar un vals. Fue en el
primer concurso de música criolla que se hizo en el colegio donde participaban
grupos (ya sabes: guitarristas, cajoneros, cantantes) que representaban ya sea
a un año, o a los ex alumnos, o a los profesores, o incluso también al área
administrativa. Y ya pues, la cantante del grupo de administración fue la
señorita Carola. Tenía una muy buena voz, creo que la mejor de todos los
cantantes y no recuerdo si es que su grupo ganó, pero para nosotros, sus “fans”,
te aseguro que sí porque salió a cantar primero “Nuestro Secreto” y en la parte
donde la canción dice “nunca diré que hubo noches / que te adoré con locura /
nadie sabrá que en tus brazos / borracha de amor / me quedé dormida” cantó de
tal forma y haciendo unos gestos que todos quedamos boquiabiertos y con ganas
de ahí nomás meternos las manos a los bolsillos del pantalón. Y como si eso no fuera
poco cantó después “Que somos amantes” y ahí sí el que era eyaculador precoz
salía perdiendo… ahora que lo pienso no creo que el grupo de la señorita Carola
haya ganado y que más bien el jurado vio con malos ojos su interpretación, porque
al año siguiente pusieron la muy estúpida regla de que estaban prohibidas las
canciones que fueran contra la moral o algo así (y justo la letra de “Que somos
amantes” trata sobre una pareja que huye de moralistas y puritanos; lo dice
explícitamente). Igual participó otra vez administración con la señorita Carola
pero ya no fue lo mismo. Qué bueno hubiera sido que en ese tiempo existieran
los celulares con cámara para grabar no sólo su presentación del año anterior sino
también la vez que de paseo todo el colegio nos fuimos a una playa y dicen
algunos, aunque la mayoría nunca les creímos, que una ola la revolcó y se le
cayó la parte de arriba quedándose con las tetas al aire.
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Yola Polastry y la Feria de Cepellín
Yola Polastry y la Feria de Cepellín
Eva Ayllon y Nuestro Secreto / Que somos Amantes