Renato
estaba cumpliendo su sueño y Verónica, su novia, estaba feliz por él, pero aun
así ella no podía dejar de sentir algo de vergüenza ajena: ¿qué hacía en un
quinceañero un “viejo” de 31 años cantando en un grupo de rock de chiquillos? Verónica
tenía 25 y se sentía fuera de lugar. Al menos en ese momento la acompañaban,
sentadas con ella en una mesa, la hermana y prima de algunos de los músicos,
quienes tenían más o menos su edad. Las había conocido esa misma noche y, como
ella, no estaban ahí por la fiesta sino por el grupo; más como apoyo que por
verdadero interés musical. En ese momento las tres estaban atentas a la banda, pendientes,
supuestamente, de sus seres queridos respectivos, pero Verónica estaba
convencida que todas veían a Renato quien se estaba robando el show con su
buena voz, bailes y movimientos frenéticos. Verónica hubiera preferido que
Renato no llamara tanto la atención, pero sabía que eso era imposible; toda la
vida había querido ser un rockstar.
Aunque
ella se había enterado de ese sueño de toda la vida recién cuatro meses atrás,
el día que Renato llegó emocionado al departamento donde vivían y le anunció que
era el nuevo cantante de Edén.
-No sé de
qué carajo me estás hablando, amor- le dijo Verónica.
Él la
besó y se disculpó de antemano por lo que iba a contarle, no porque hubiera
hecho algo malo sino por el secretismo que supuestamente no debe existir en las
parejas. Ahí fue cuando le habló sobre su sueño, sobre sus intentos de lograrlo
de más joven y como la oposición de su padre había sido el mayor de los
impedimentos. Ahora era un ingeniero industrial cada día más aburrido de su
trabajo, y ese aburrimiento era lo que le había hecho indagar en los avisos clasificados de El Comercio sobre bandas de rock en busca de cantantes, algo
que al comienzo sólo lo hacía como distracción pero que luego fue tomándolo más
en serio: respondió algunos anuncios pero o eran bandas muy hardcores o muy lights; nada que llenara sus expectativas.
Entonces
un anuncio parecía el ideal. Solicitaba cantante que le gustara el rock de los
60’s, y 70’s, grupos como The Beatles, Led Zeppelin, Santana, Queen; música y
bandas que a él le encantaban. Llamó y habló con alguien llamado Leonardo y
luego de unos minutos acordaron la fecha y hora para la prueba que sería con Edén
completo, en una sala de ensayo en Jesús María.
Cuando
fue y vio a cuatro personas esperándolo en una esquina, se dio cuenta que había
dado por sentado que por las décadas a las que hacía referencia el anuncio se
encontraría con gente de más o menos su edad, pero no fue así: eran tres
chiquillos y uno que aparentemente no lo era. Este último era Leonardo que
parecía de más de 20 pero que en realidad tenía 18. El resto: Félix (hermano de
Leonardo): 16; Sebastián y Noel: 15. Fue una gran decepción para Renato y tuvo
ganas de irse, pero estando ya ahí decidió quedarse y ver cómo resultaban las
cosas. Y las cosas empezaron a cambiar en el preciso momento en que entraban a
la sala que le pareció pequeña y mágica. Era su primera vez en un sitio así, con pisos y paredes tapizados, con instrumentos, parlantes y micrófonos; de
pronto ya no quería irse. Vio como cada uno hacía suyo su respectivo
instrumento: Félix, la guitarra; Sebastián, el bajo; Noel, la batería y
Leonardo, el teclado.
-¿Con qué
canción quieres empezar, Renato?- le preguntó Leonardo. La lista de canciones
la habían definido en la conversación telefónica.
-Con la
que quieran- respondió Renato.
-Ok- dijo
Leonardo y sonrió viendo a sus amigos quienes sonrieron igual como si supieran
lo que significaba ese gesto; tal vez el nombre de la canción a tocar porque
Leonardo no la mencionó y simplemente empezó él solo. Renato reconoció la
melodía: era la introducción de “Black Magic Woman” de Santana*. Luego irían
entrando los demás hasta que llegó su turno. Empezó dubitativo. Le gustaba lo
que oía, tanto que desatendió a su voz. Leonardo detuvo todo.
-Renato,
cantas bien, pero vamos, sin miedo- le dijo, y empezaron de nuevo.
La siguiente
vez Renato no dudó y dio lo mejor de sí, y mantuvo los ojos cerrados durante
toda la canción. Amó cada segundo. Es una canción que empieza despacio y que
poco a poco va ganando fuerza, y la emoción de Renato iba sincronizada con ese
ritmo. Para cuando llegó el redoble que anticipaba el final, Renato ya había
mandado a la mierda sus prejuicios por la edad; la banda de chiquillos tocaba
muy bien y él quería ser parte de ella. El resto de la hora ensayando no hizo
más que reafirmar su decisión. En la calle, con un estrechamiento de manos, se
le dio la bienvenida oficial como nuevo integrante de Edén.
Verónica
lo abrazó y felicitó, guardándose el comentario que “Edén” le parecía un nombre
más adecuado para una banda de música tropical. Asistiría a algunos de los ensayos
y se llevaría bien con los otros integrantes. Aprendería de la historia de la
banda, como que tenía de vida más de un año, que hasta entonces sólo había tenido
una presentación en la casa de un pariente de Leonardo, que Noel era el segundo
baterista, y que habían probado antes sin éxito con un par de cantantes. Aunque
los gustos de ella iban más por el lado de la música electrónica, no podía
negar que los cinco muchachos rockeaban bien y le decía a Leonardo que ya estaban
listos para dar conciertos. Leonardo le hablaba de propuestas por aquí y allá,
pero nada fijo. Hasta que llegó la noticia que tocarían en el quinceañero de la
enamorada de Noel, a la que Verónica también había conocido en un ensayo.
Aunque
fuera poca, igual era más la experiencia de ellos que la de Renato, pero en el
quinceañero no parecía así: el más viejo de la banda transmitía más vida que
todo el resto, quienes se mostraban más bien nerviosos o tal vez demasiado concentrados
en no fallar.
Verónica
recordó entonces las veces que Renato le decía que pensaba abandonar su trabajo
para dedicarse exclusivamente a la música. A veces era obvio que no lo decía en
serio pero otras veces Verónica no estaba segura, porque era cuando él llegaba
al departamento ofuscado afirmando que odiaba su trabajo. ¿Y si en efecto
renunciaba? Tenían ya viviendo juntos tres años en ese pequeño pero acogedor departamento
alquilado en San Borja, y cubrían sus gastos gracias a los ingresos de él y de
ella, quien era psicóloga. Tenían proyectos personales como seguir progresando
profesionalmente, y de pareja también, como casarse y tener hijos. Y pensó que
su preocupación era ingenua, que en la vida Renato iba a ser tan irresponsable,
que él no dejaría de trabajar para dedicarse al arte y morir de hambre como
mueren de hambre la mayoría de artistas en el Perú; por ejemplo: esa noche les
iban a pagar 100 soles a cada músico, lo que para un chiquillo de menos de 20
seguro era mucha plata, pero para alguien de 31 no.
Luego que
Renato nombrara a los integrantes de la banda y agradeciera al público finalizando
la presentación, las únicas en gritar “¡Otra! ¡Otra! ¡Otra!” fueron Verónica, la hermana y la prima. Los
demás chiquillos voltearon a verlas incrédulos; habían bailado durante toda la
presentación de Edén pero era obvio que ya querían escuchar otro tipo de
música. A Renato le hubiera gustado cantar toda la noche pero Leonardo había
establecido que la presentación sólo fuera de 45 minutos. Así lo decidió por lo
sucedido en la primera presentación de Edén en donde pasadas tres cuartos de
hora la gente ya se había hartado y empezó a pedir salsa; tan sólo eran 20 personas, en el
quinceañero había más de 100, así que el riesgo que suceda algo bochornoso era
mayor.
El dj puso una salsa y la chiquillada empezó a bailar
de nuevo, ahora con más gusto. Sebastián recibía las felicitaciones de su
hermana, Leonardo y Félix de su prima, Noel de la quinceañera, y Renato de
Verónica. Entonces él la tomó de la mano y la arrastró hasta perderse en el centro
de la multitud que bailaba. Verónica se sorprendió que Renato quisiera bailar
salsa pero él simplemente la abrazó, y se quedó así. Como si no le importara la
música empezó a balancearse de un lado para otro, muy despacio, y ella le seguía
como si estuvieran bailando una canción lenta. Para decirse algo tendrían que gritarse
al oído y de alguna forma entendieron a la vez que eso arruinaría ese momento, así
que permanecieron en silencio, disfrutando el aquí y ahora; ya al día siguiente
hablarían de cómo Edén podría cambiar sus planes a futuro. No sabían en ese
momento que el futuro decidiría por ellos, que el destino los llevaría a otro
país, y que esa sería la primera y última presentación de Renato como cantante
de Edén, su única noche como un rockstar.
*
NOTA*:
La versión original de "Black Magic Woman" es del grupo Fleetwood Mac.
la versión de Santana
[Update]
Valium:
Yo leyendo el cuento. No escuchar si se está manejando maquinaria pesada o si se está conduciendo.
Me gustó el final. Y los detalles en el cuento. Renato, el nombre, se oye medio monse jiii, pero me agrada que tengas nuevos personajes. Es un poco extremo ser ingeniero a querer ser rock star.
ResponderEliminarPd. No hay sexo... Para la otra un soft porn. "de ser un soft porn no me hubiese quejado". un beso en la nuca.
Me gustó mucho. Me prendí desde el principio como en todas tus historias.
ResponderEliminarRenato y Verónica transmiten mucho y eso es lo que me encanta de leerte. Que llegas a conocer a los personajes con solo decir poco.
Pero quiero leer una segunda parte!!! Qué les deparó el destino al final!!!
Un beso!
Muy bueno el relato. Bien bacán.
ResponderEliminarRenato, jodido nombre! Por cierto, muy buen tema "Black magic woman" ;) Siga escribiendo! No se como haces para de la nada contarnos a todos nosotros un mundo. A mi me cuesta horrores comenzar una historia, se te da muy bien.
ResponderEliminarhttp://barby-gs.blogspot.com/
bellarte, creo que te estas juntando mucho con peruanos jaja. besote
ResponderEliminarhola marite. q bueno q te prendieras del cuento. las segundas partes ya llegaran :)
ResponderEliminarun fuerte abrazo
hola oscar. bacan tu presencia en mi blog. gracias por ello. saludos
ResponderEliminarhola barby. contigo ya son dos q se quejan de ese nombre mmm de repente lo cambio en una futura revision. a parte de eso, muchas gracias por tu comentario. beso y abrazo (aunque suene medio teletubie jeje)
ResponderEliminarUn relato que nos dice: la edad en realidad está dentro de cada uno de nosotros, no la marcan los años. Aunque por desgracia sí la estúpida sociedad.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Por cierto Ludovit, yo ya conozco a muchos peruanos, tengo amigos en Ica y he estado un par de veces en el Perú. Además de Lima e Ica, he visitado Paracas, Nazca, Arequipa, El Altiplano: Puno y lago Titi Caca, Cusco, Machu Pichu y en la zona de la selva Iquitos.
Naturalmente pienso volver. La selva me atrapó; así como la zona del Machu Pichu y Cusco.
Si vuelvo. Tal vez un día, incluso, tomemos un café.
UN abrazo.
Me gustan mucho tus historias pues los personajes se ven muy cercanos o íntimos, es como si ya supieras cómo van a actuar.
ResponderEliminarSaludos.
Ehhh, no es una crítica, pero ya que estoy en el cuadro de comentarios, debo decir que todo el relato me pareció bien insípido excepto en la parte final :O
ResponderEliminarJe, estoy mala no? Cuando pases por mi blog te la cobras!
Un beso Ludo.
hola moderato. wow conoces el peru mucho mejor q yo, lo que me deja mal parado jeje. de antemano acepto la propuesta del cafe. un abrazo
ResponderEliminarhola edch. gracias por tus palabras :)
ResponderEliminarsaludos
paty, tienes total libertad de ser mala, hasta de azotarme :)
ResponderEliminarbesote
quiero final?? por qué se van del país? slds!
ResponderEliminarhola pequeña biatch. gracias por la visita :)
ResponderEliminarQue lindo... me encanta estas historias.
ResponderEliminarxoxo
hola belleza negativa. me alegra te haya gustado. un abrazo :)
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