No debía
estar pensando en ti, Sebastián, no en ese momento que Renzo y yo hacíamos el
amor, pero no podía evitarlo, pensar en ti me daba placer; para esas horas ya
debías de estar regresando a tu casa, solo, sintiéndote terrible, viendo por
todos lados a chicos y chicas celebrando el 14 de febrero, y seguro ibas
pensado que tu y yo pudimos haber sido como ellos; pero no lo fuimos, porque nunca
llegué a nuestra cita. Por supuesto me llamaste, tres veces en las que dejé que
mi teléfono sonara, sólo para mi deleite, mientras imaginaba tu rostro
angustiado. “¿No vas a contestar?” me preguntó Renzo, y no sabes con qué satisfacción
le respondí “no, no es nadie importante”. Porque además sabía que no ibas a
insistir más; estabas tan desesperado por “reconectarte” conmigo que sin
importar lo mal que te tratara no me reclamarías. Fue precisamente esa
desesperación tuya la que me permitió prolongar mi venganza, cuando había
pensado que sería algo de una sola vez y ya; fue lo que pensé luego de leer tu
mail:
“Hola Silvia. Años sin saber de ti.
Espero estés bien. Te escribo para desearte una feliz navidad y un prospero año
nuevo. Ojalá el próximo año nos volvamos a ver. Un fuerte abrazo.
P.D: Por
si acaso soy Sebastián. Ojalá no te hayas olvidado de mí”. Y terminaste con una
carita feliz. Exactamente habían sido tres años sin saber el uno del otro.
“Hola Sebas. Claro que me acuerdo de
ti. A los años... También me gustaría volver a verte. Te dejo mi número,
llámame y hablamos. Besos. Silvia”.
Espere ansiosa tu llamada; por suerte
no tuve que esperar ni un día.
-¿Qué planes para año nuevo?- te
pregunté, yendo al grano apenas pasamos de los saludos.
-Nada aún- me respondiste, y mis
sospechas se hicieron mayores. Porque tipos como tú siempre terminan solos y
cuando eso les pasa es que se acuerdan de las personas que dejaron atrás ¿si no,
por qué me escribiste después de tanto tiempo? Quedamos para salir la noche de
año nuevo, para bailar, tomar, y “hacer de todo” (te dije antes de colgar).
Seguramente habrás pensado “esta cojuda cayó de nuevo”; no sabías que ya no era
la cojuda de antes. Radiantemente vestida te llamé antes de salir de casa esa
noche:
-Disculpa Sebastián- te dije alegre -no
voy a poder esta noche. Feliz año- y luego que te escuchara decirme “¿qué
pasó?”, colgué y apagué mi teléfono. Esa noche saldría a bailar, tomar y hacer
de todo, pero con Renzo.
Satisfecha, tenía planeado ignorarte de
ahí en adelante, no hacer caso de tus llamadas, mensajes, correos… ya no
existirías más para mí. Pero cuando vi al día siguiente que me habías mandado
un mensaje sentí curiosidad; creí que me exigirías explicaciones, pero no, en
vez de eso sólo me escribiste un manso “Feliz año, Silvia” (y otra vez
terminaste con una carita feliz). Me quedó claro que podía seguir jugando
contigo un poco más.
Por eso nos reencontramos, no porque
quise verte o tuve curiosidad de ver cuánto había cambiado tu apariencia (no
mucho, al igual que yo). Todo era parte del plan: ir a bailar a un sitio
exclusivo como Aura y hacer que pidieras la botella de whisky más cara sólo para
que gastaras mucha plata por gusto; porque me iba a quedar media hora a lo
mucho, tiempo perfecto para bailar un par de canciones bien pegada a ti para
que te excitaras y te hicieras ilusiones. Luego que regresé del baño y te dije “me
han llamado de mi casa, hay un problema, tengo que regresar ahora mismo” tuve unas
ganas tremendas de tomarte una foto, ahí sentado frente a esa botella de whisky
prácticamente llena y con la cara de idiota que pusiste. No te di tiempo a
reaccionar: te besé en la mejilla y chau, salí volando.
Y al día siguiente, un mensaje tuyo en
mi celular, y pensé que ahora sí me exigirías explicaciones o que tal vez me
mandarías a la mierda, pero otra vez me equivoqué: “Qué gusto volver a verte,
Silvia. Espero todo esté bien en tu casa. Cuídate”, y por enésima vez una
carita feliz a continuación. Qué patético. ¿Tratabas de demostrarme que no
estabas molesto, no? Tu desesperación por quedar bien conmigo era palpable.
Y pensar que tres años antes la
desesperada era yo. Quería pasar más tiempo contigo pero eras muy esquivo a
veces, y no entendía cómo podías ser así luego de días en los que te mostrabas
tan atento conmigo. Mejor dicho no quería aceptar la realidad: que sólo me
tratabas bien cuando querías sexo. En el fondo lo sabía pero tenía la esperanza
de que con el tiempo comprendieras que en nuestra relación podía haber mucho
más que eso y cambiaras tu actitud. Quería que lo nuestro realmente funcionase
y no perder la fe en el amor. Porque llegaste a mi vida poco después que
terminara con Eduardo, quien, en el año que estuve con él, me sacó la vuelta
tantas veces pudo. Quedé destrozada, tanto que en mi afán de sentirme mejor fui
a esa librería Crisol en el Jockey Plaza en busca de libros de autoayuda, y ahí
te conocí; estabas a mi costado. Y porque tímida no soy (lo que creo a veces es
más un defecto que una virtud, porque a Eduardo igual fui yo quien le hizo el habla la primera vez que lo vi)
te hablé:
-¿Qué
tipo de autoayuda buscas, amigo?
Sorprendido,
titubeaste antes de responderme:
-Sólo
estoy curioseando. La verdad no creo en estos libros.
-Yo
tampoco pero… bueno… no sé.
No
dijiste nada, así que continué:
-¿Y qué
haces cuando necesitas ayuda o te sientes mal?
-Me
distraigo con mis amigos; por un par de horas no pienso en el problema, y luego
duermo.- sonreíste -Ya descansado y con la mente despejada me concentró en
hallar la solución al problema.
-Vaya…
-¿Qué
libro de autoayuda buscas?
-Mmm…
creo que ninguno. Creo que mejor voy a distraerme un rato y luego dormir.
Nos
reímos.
-Me llamo
Silvia, ¿y tú?
-Yo
Sebastián.
Me gustaste
porque eras diferente a Eduardo, en todo aspecto: eras dos años mayor que
él, eras más bajo, menos fornido, menos
simpático, eras inseguro y nervioso… tan distinto a él que supuse que no me
lastimarías. Y luego de nuestro primer mes juntos estaba convencida de eso; me
convencieron tus gestos, detalles, tu ternura, y cuando finalmente hicimos el
amor no podía estas más que feliz. Pero entonces todo cambió. Claro, ya habías conseguido
lo que querías. Ahora estabas muy ocupado o cansado como para salir; decías que
cualquier manifestación de afecto era mejor hacerla en privado que en público;
no me prestabas atención cuando te hablaba, hasta te mostrabas aburrido. Pero
de pronto te aparecías con algún regalo, pedías comprensión: que tus estudios y
tu trabajo te tenían jodido, y volvían los abrazos, los besos… otra vez
terminábamos en un hotel y otra vez al día siguiente (a veces incluso apenas
saliendo del hotel) empezabas con tu aptitud indiferente hacia mí. Y yo como
una gran cojuda te permití eso durante 4 meses. Entonces ya no pude más y te
dije que lo mejor era dejar de vernos; me dijiste “me parece bien” sin
alterarte. Luego desaparecerías de mi vida.
Después
de dos relaciones seguidas que terminaron mal, mi autoestima se desplomó, y
sólo pude recuperarme luego de meses de terapias y apoyo de mis amigos,
familiares, y otros seres queridos. Por casi dos años no quise saber nada de
chicos hasta que me presentaron a Renzo: un chico de mi edad, universitario
también. Al poco tiempo de hacernos amigos empezó a dar señales de que quería
algo más que amistad; me asusté porque me empezaba a gustar también. Lo pensé
bien y mucho. Me analicé y concluí que mientras dejara de buscar príncipes azules y vaya con cautela
podía estar con él, y en general continuar con mi vida normalmente. Y mi vida
no sólo continuó con normalidad: mejoró. Cuando me enviaste aquel mail yo
pasaba por un excelente momento en todos los aspectos; me sentía más fuerte que
nunca.
Pero torturarte me estaba aburriendo, así que decidí
dar el golpe final aprovechando que se acercaba el 14 de febrero; aún con los
dos desplantes previos no me fue para nada difícil convencerte de salir ese día.
Y después, sí: ignorado completamente. A veces pienso que mi venganza fue
desproporcionada, pero la verdad no tengo ningún cargo de consciencia o
remordimiento, lo que sólo puede significar una cosa: estamos a mano, Sebastián.
Huy... es curioso que siendo hombre escribas como si fueras mujer, ( al principio de la entrada creí que eras gay) yo nunca lo he intentado, pero me gusta me gusta...
ResponderEliminarPD: Te encontré a través de La Maya... xoxo
Bastante convincente. Sabes que también he escrito como hombre y eso da mayor valor y la imaginación se extiende a lugares ilimitados. Exelente cuento y si me creí cada palabra. Una mujer despechada, uno de tus mejores escritos.
ResponderEliminar¿Qué no eres gay? buuuu! jajaja oye que genial la manera en que escribes, me has atrapado en tu narrativa y sí, al final la cara feliz parece ser la de ambos.
ResponderEliminarUn abrazo!
A veces cuando una mujer despechada busca venganza le sale el tiro por la culata.
ResponderEliminarMuchas casi no olvidan a sus ex
Bueno, muy muy bueno... un relato de mujer despechada es veraz en todo sentido... te salió excelente y era como ver una película con cada palabra.
ResponderEliminarEso es sin dudas la mente, la energía, la matemática interna del espíritu al servicio del despecho...
ResponderEliminarMe gustó mucho del argumento que ella se hace cada vez más desagradable por su perversidad ante él y al final (cuando la historia toma su real contexto) la vemos digamos que en tres dimensiones, nos topamos con una realidad compleja, altamente verosímil. Donde quizás estos dos personajes estén a mano... igualados en vacío y egoísmo, pero a mano.
Un abrazo desde Argentina.
hola belleza negativa. no soy gay por si acaso :p
ResponderEliminargracias por el comentario. besos
hola bellarte. los hombres tienen su lado femenino, y las mujeres su lado masculino. por que no sacarle provecho al menos literariamente jeje. un besote
ResponderEliminarhola munani. repito: no soy gay jaja. el cuento iba a terminar con una reflexion de la protagonista diciendo que ahora era ella de la carita feliz, pero al final me gusto mas lo de 'estamos a mano'. gracias por comentar. saludos
ResponderEliminarhola maxwell. las venganzas pueden ser armas de doble filo. gracias por la visita. un abrazo
ResponderEliminarhola marite. me alegra q te haya convencido mi 'voz' de mujer (otra vez: no soy gay jaja). besos
ResponderEliminarhola juan. gracias por compartir tan agudo comentario. tus puntos de vista siempre me ayudan a ampliar mi enfoque. un fuerte abrazo desde lima la gris
ResponderEliminarJajaja, excelente relato! Como siemrpe los personajes tan definidos. A veces siento que sacás lo más oscuro y verdadero d enosotros, los seres humanos. Porque a quien no le pasó sentirse despechado, rechazado, ó quien no se topó con un imbécil jajaja. MUy bueno, te aplaudo.
ResponderEliminarPOr otro lado, El hecho de no estar en casa por estudios o por andar de aca para alla viendo familiares me impide viciar como en realidad ocurriría si tuviera muchos videojuegos en mi poder :P Y la pereza, claro. Pero si, me gustan los videojuegos :P
Saludos Ludo!
http://barby-gs.blogspot.com
Toda una biatch esa Silvia. Paja :)
ResponderEliminarjajaja fuckin carita feliz.
hola barby. y yo te aplaudo porque te gustan los videojuegos, la verdad conozco poquisimas q les gusten. besos
ResponderEliminarhola biatch. me alegra tener tu aprobacion sobre lo 'biatch' q es el personaje :)
ResponderEliminarbesos
Chévere carajo!
ResponderEliminar"vaaanganzaaaaa!"
ResponderEliminarDedo pulgar levantado para tu cuento.
Hey pasa por mi blog tienes una sorpresa!
ResponderEliminarFELIZ AÑO 2012
hola oscar. gracias :)
ResponderEliminarun abrazo
hola narrador. dedo pulgar para tu comentario :)
ResponderEliminarsaludos
hola maxwell. feliz año para ti tambien. ahora voy y cheko tu blog :)
ResponderEliminarun abrazo
me gustó! genial tu manejo del personaje en femenino. bueno el tiempo y el cierre.
ResponderEliminarhola blimele. gracias por tu comentario. me alegro te haya gustado. besos
ResponderEliminarCompadre, ludobit. Qué excelente post. Extrañaba leer algo bueno, así que decidí visitar tu blog. Un fuerte abrazo, maestro.
ResponderEliminarJhonnattan Arriola
hola jhonnattan. gracias por pasar por aqui. un fuerte abrazo para ti tambien
ResponderEliminar¿Quién fue la chica que escribió este excelente relato? ;)
ResponderEliminarmi lado femenino jajaja
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