-Josué…-
me dice Gustavo mientras veo la hora en mi celular -¿cuándo carajos te vas a
comprar un nuevo celular y botar esa porquería?
-Cuando
te cache un burro- le digo en broma.
-Ya pues
en serio.
-A mí no
me parece una porquería- le respondo mientras observo mi celular desde varios
ángulos. Es un Samsung SGH-U106.
-Eres ingeniero
de sistemas: deberías tener lo último en tecnología.
-Con lo
que me “gusta” mi carrera.
-Pero
igual, ¿por qué no te compras uno nuevo?, ¿o es porque te lo regaló tu hermano?
-No, no
es por eso.
Efectivamente
mi celular me lo regaló mi hermano, pero no fue que un día él decidiera gastar
una importante cantidad de dinero para hacerme ese obsequio; bueno, lo hizo,
pero para sí mismo: mi celular fue el suyo por un par de años hasta que se
compró uno mejor, y me dejó el que ahora poseo. O sea que fue otro caso de
hermano menor que hereda algo de su hermano mayor, como ropas, juguetes, etc.
Es el segundo celular de mi vida, y el segundo también que obtengo gratis.
Miento, el
primero no lo fue, pero casi: me costó 50 soles. Era un Sagem MYX-3 y me lo
vendió un amigo de la facultad, Michael, allá por el año 2006. Meses antes de vendérmelo
me lo había dado (él tenía uno más nuevo) para poder ubicarme fácilmente por un
proyecto en el que estábamos envueltos. Cuando me lo dio yo era una de las
pocas personas de la facultad sin celular, y la razón de ello era porque no
quería tener uno. Me desesperaba ver a todo el mundo tan pendiente de esos
aparatos. Muchos habían adquirido incluso el tic nervioso de bajar constantemente
la mirada a chequear sus celulares. Y si no estaban haciendo eso, estaban timbrándoles
a otras personas por el simple hecho de querer bromear, lo que era particularmente
molesto en clases cuando todos estábamos en silencio atentos al profesor, porque
se escuchaba a cada rato el “brrr” de un celular vibrando. Ah, pero si uno de
esos sonidos no se trataba de una broma sino de una verdadera llamada, el
alumno que la recibía salía del aula contestando a medio camino entre su
asiento y la puerta, en una actitud como quien dice “mírenme, soy
importante, me están llamando”, y siempre se excusaba con el profesor diciendo
que era una urgencia familiar, lo que nunca creí.
Yo quise
demostrar que se podía vivir tranquilamente sin celular, y claro que sí se
podía, pero curiosamente los más afectados por ello eran mis amigos y
compañeros quienes les costaba mucho ubicarme. Por eso Michael, cuando
decidimos hacer un corto animado juntos, no lo pensó dos veces y me dio el
celular que le sobraba.
Meses después
de terminado el proyecto, ese celular seguía conmigo. Michael se había olvidado
de él, y yo también. Lo tenía apagado prácticamente todo el tiempo hasta que un
día tuve una buena razón para volverlo a encender: sexo telefónico, con una
chica chilena de nombre Almendra que había conocido en un chat. Ella fue quien
llamó, y supongo que le gustó todo lo que le dije porque días después me
volvería a llamar. Y lo mismo días luego, y así sucesivamente hasta convertirse
en una costumbre semanal durante los meses que duró esa “relación” en la que no
gasté ni un sol. Si no continuamos fue porque ella simplemente dejó de llamarme.
Fue a la mitad de ese periodo que Michael por necesidad de plata se acordó de
ese celular. Me lo pidió para vendérselo a alguien más creyéndome completamente
desinteresado en el dispositivo, por eso se sorprendió cuando le pregunté a cuánto
me lo vendía. No le dije que la razón era la chilena, sólo me excusé diciéndole
que quería seguir en contacto con la “gente”, o sea con él y el resto del grupo
de amigos.
Luego de
que Almendra y yo dejamos de hablarnos, el celular volvió a su inactividad. Pero
entonces cumplí 27 años y comprendí que sólo me faltaban 3 años para llegar a
la base 3. Entré en crisis; entre muchas cosas, por mi vida
social, la que se había reducido prácticamente a la nada por andar tan concentrado
en proyectos personales. El miedo de llegar solo y sin amigos a los 30 me hizo tomar
decisiones radicales (que se merecen su propio post aparte), entre ellas la de
empezar a usar mi celular como medio de mantenerme en contacto, ahora sí, con
mis amigos. Así ese aparato volvería a la vida. Afortunadamente para cuando empezó
a fallar, en el 2009, mi hermano ya se había comprado uno nuevo; el que ya no
usaba pasó a ser mío y por mi parte mande a jubilar el
Sagem, no sin antes reutilizar su chip, antiguo pero aún funcional, por eso
cuando enciendo mi Samsung no dice CLARO sino TIM.
Ahora yo también
tengo el tic de mirar el celular a cada rato. Si veo que tiene poca batería y
me he olvidado el cargador, a la hora de almuerzo salgo de mi trabajo y voy volando
a mi casa por él. Y es que en la actualidad no podría vivir sin mi celular; y aunque
esto podría dar a entender que tengo una vida social muy activa, no es así: es
mínima pero suficiente para mis intereses. Justamente por eso no veo la
necesidad de comprar uno nuevo con un plan que, como todos, pone especial énfasis en lo social,
especialmente en Facebook y Twitter, cosas que a no me quitan el sueño.
-¿Entonces?-
me pregunta Gustavo curioso de saber la razón de por qué no adquiero un Smartphone
como el suyo.
-Con éste
me basta para hacer llamadas y enviar mensajes de texto. No necesito más.
-¿Y
cuando sales con una chica no te dicen nada sobre tu celular?
-¿Qué?-
le digo muy extrañado por su pregunta porque me parece que poco tiene que ver
con el tema, pero de pronto empiezo a recordar algunas cosas. Gustavo se da
cuenta que algo tengo en mente.
-¿Has pasado algún roche, no?
-Bueno,
recuerdo un par de salidas en las que todo iba bien hasta que sacaba mi
celular, y la chica de pronto me miraba desilusionada, como pensando ”¡Qué
misio este pata!”.
Gustavo y
yo nos reímos.
-¿Ves?-
me dice –Ahí tienes una razón para comprar uno más chévere.
-Tal vez. Pero créeme que más se decepcionan cuando se enteran que no tengo
auto…
-Ah eso también…
-… como
una vez, y te hablo de cuando tenía 24, conocí a una chica de la [universidad]
de Lima y me preguntó si tenía carro. Le dije que no y me miró sorprendida; me dijo: “Qué raro, pero si todos los chicos que conozco de tu edad tienen carro”.
-Te cagó
en una- me dice Gustavo entre risas.
Yo me rio
también olvidándome momentáneamente del tema de los celulares para recordar a
esa chica. Qué será de la vida de Fiorella me pregunto.
***
jajajajajaja me has hecho reir!
ResponderEliminarTarde o temprano todos caemos en el vicio de "mirar abajo" para ver quien nos escribe al cel. Somos prisioneros!!! Es horrible y lo peor es cuando te das cuenta que eres un adicto al celular! Que sin él morirías por estar desconectado del "mundo real". jajajaja
A las chicas pitucas que dicen que es un "requisito" que el susodicho tenga carro, están LOCAZAS!!!
Un beso!
gracias marite por hacerme sentir mejor por no tener carro jaja ademas tampoco se conducir :p
Eliminarun beso
Siempre me jacto de que puedo vivir sin celu, pero no sin mUsica. Un beso ludo, buena crOnica, me estAs antojando para escribir las mIas.
ResponderEliminarte envidio. la idea de no tener cel me pone la piel de gallina jaja. estoy mas que seguro q tus cronicas seran muy buenas.
Eliminarun beso, paty
De vibrador a ringtone prefiero el primero.
ResponderEliminarTampoco tengo celular, los odio, perol odio más dejar mensajes de voz.
No me importa lo del celular o el carro o los treinta.
mmm sospechaba q preferirias el vibrador :D
Eliminarun beso, bellarte
Ah, los celulares o móviles. Por aquí los llamamos móviles, ya sé que allí se dice celulares. Por lo demás todo es igual, la adicción al dichoso aparato es tremenda y eso que mi vida social es, más que mínima. Pero me he acostumbrado a llevarlo y ahora no puedo dejarlo...
ResponderEliminarMuy buen post.
Un abrazo.
"movil" tiene mas sentido q "celular", a quien finalmente se les habra ocurrido esas denominaciones. nuestras vidas sociales para mantenerlas activas aunque sea lo minimo posible es necesario uno de esos telefonitos creo.
Eliminarun abrazo, moderato
Si por mi fuera seguiría con el mismo celular de hace 7 años, que me regalaron por Navidad. Era un Motorola C650 que terminó por malograrse a inicios del 2010, luego me compraron un Nokia simple y funcional (como me gusta describirlo) que no tiene cámara, no se puede conectar a la computadora, ni mucho menos puedes navegar en internet. Con tal que pueda llamar y enviar mensajes de texto, me basta.
ResponderEliminarEstamos en la misma onda en ese sentido ;)
para q mas? jaja ademas la idea de tener un celular ultimito me da nervios, por la idea de q en cualquier momento me lo van a querer robar.
Eliminarsaludos, edch
Ludobit, hacía mucho que no venía, y me encontré con un muy buen relato.
ResponderEliminarEn mi caso, mientras pueda comunicarme, nada más me importa del celular.
Un abrazo.
HD
exacto, pienso lo mismo. pospondre la compra de un nuevo celular por el momento, y de paso me ahorro un buen dinero jeje.
Eliminarsaludos, humberto
Buah... esa gente presumida, los que se fijan en qué tipo de celular tienes son unos misios, la mayoría de ellos no saben cómo usar las aplicaciones... entre otras cosas.
ResponderEliminarConsiderate suertudo ya que conducir en ciertas zonas de lima es un verdadero peligro... ;)
Besos mentales.
claro, sin auto no tengo la preocupacion de q me lo roben, es lo bueno de una vida simple :)
Eliminarun beso, belleza